La vida al óleo

Reflexiones rápidas, tal como brotan de la mente en el día a día. De pretensiones, extensión y estilo tan variables como la arbitrariedad que rige la existencia, encontrarán aquí, ante todo, a otro ser humano, con el mismo anhelo de concretar con su palabra cuanto en el mundo se le aparece: ¡pues otros pueden a veces tan bien captar el matiz que no supimos expresar nosotros! ¡Qué incomprensible alivio surge entonces…! Si gustan de una versión ligera de estas reflexiones, no metafórica, sino directa y aterrizada, disponen del pódcast La vida al temple.

El frívolo

Acá tan cerca, lo sencillo del ropaje del hombre, resguardo siempre de lo telúrico, cual Atlas, ante el otrora inevitable contacto con la película pegajosa del cielo: la película metafísica, que a uno le obliga(¿ba?), joder, a gritar: a gritarle a “los de allá”, los que no quisiera que viéramos el tal guardia, a saber, muertos, o dioses, que en esencia son lo…

Quijote 16 2021

(La no ya imperfección) ninguna, ninguna imperfección resta, solo añade, cuando el conjunto tiene eso de mágico que es la mirada recién llegada, recién, a la mitad de los años (el doble no preserva nada del conjunto, nada, una pared y la mirada se tornan para entonces lo mismo), cuando el punto es exacto, la cima la presente, aunque se vaya tan rápido,…

Esculpir en el silencio / Para pegarse un… (¿Ernesto?)

Intentar trasladar a la palabra escrita, todavía para muchos de nosotros regida por un principio de «discretización de lo real», aquel flujo, torbellino, verborrea que de todos lados exhala lo vivo y lo inerte; aquel continuo emitir, palpitante incluso en lo que a nuestros oídos encarna el silencio más sencillo… tal ha sido uno de mis principales intereses, ahora me doy cuenta, a…

Las calles españolas

Yo también te observo desde uno de esos salientes rectangulares, jardines de ladrillo colgantes de nuestros días, casi estalactitas del enjambre de bloques que todo lo copan. Cuadrangulares, siempre funcionales, de matices sin embargo distintos, pienso en la mente de los arquitectos e ingenieros que los proyectaron en su mente y en el papel, previsores de su aburrido y a la vez provocativo,…

La renuncia de la belleza

¿Qué estatus especial detenta la belleza frente a lo grotesco, lo sublime, lo siniestro…? Cuando en el arte se rompe tal diferencia, no en cuanto valores distintos, sino en cuanto jerarquizados debido a tal estatus, quizás solo haya sucedido, contra lo naturalmente aceptado por el ya curtido en el campo estético, que se haya desarrollado una mera aceptación de la escasez de lo…

Del perfume en la carne

Es ya hora de la claridad. Al fin, me daré a entender. Pues la escritura nada tiene que ver con velar el contenido con formas a uno tan cercanas, cuando a los demás tan borrosas: digo basta. Basta de la búsqueda por lo sutil, por lo implícito, lo subliminal: en mi vida el principio es el opuesto, ergo ¿qué incongruencias en el arte…

Lo infantil de mi escritura

La escritura siempre surge en mí como la alternativa natural a la no posibilidad de tomar la realidad en sí; simple y llanamente, induce una sensación de posesión parcial de lo real. En esa obsesión egocéntrica de tomar, conquistar lo que es, fundirlo al objeto, con toda la distorsión que le imprime nuestra subjetividad, con uno mismo, surge la escritura, y, entiendo, cualquier…

La primera fotografía

Ahí. Duerme. Ojo, a veces. Solo a veces. El shock de Shostakovich en los deditos de los pies. Ese ventilador, viejo, infantil. Darme viento a mí mismo; infantil. Así que estás afuera. Manso, ojos abiertos. Hubo un tiempo en que escribía largas frases, recuerdo: mas ya no hay que captar sino las estrías mismas, la pierna inestable. Perdido: blanco y negro, aún estoy…

Fellini-Lynch

Es donde la banalidad se riza sobre sí misma, y comienza a respirar. En Fellini encontramos la consumación hortera de Toulouse-Lautrec. El movimiento permite el no distanciamiento, la plena inclusión en el torbellino de frivolidad; la pintura, aún reducto de un hieratismo casi egipcio, en cambio, ofrece al que observa la posibilidad de la distancia. El enrarecimiento que Toulouse Lautrec imprime a sus…

Muerte, u hombre

Una vez más, el hombre frente a sí mismo. Tanto más en la jovialidad ajena que en su soledad. A Hombre le ocurre entonces que no ve en tal jovialidad más que el síntoma del ingenuo, del insaciablemente frívolo. Hombre: de mente opacada por el vasto brillo de las sonrisas. (¿Qué sonrisas?). Sonrisas: su espejo. Sin ellos, no hay espejo. Ve en ellos…