¿Qué es Samsara? Yo creo, amigo, que se asemeja a no percatarse en la mañana del tímido rayo de luz por entre los ojos de la persiana, esa extraña fuentecita de vida… ¿Alguna vez despiertas sabiendo quién eres, recordando nítidamente qué ibas a hacer hoy? Eso, eso se parece mucho a संसार. Samsara es la conocida función sinusoidal, interpretada por algunos como yo en Sobre la desvinculación escritor-escritos. Un ejercicio de autohistoria (Parte II). Es primavera, verano, otoño, invierno… y primavera.Pero no es tan sencillo. Aquello era una descripción, nunca una explicación. Son períodos de avance, sí, y otros de autosabotaje, pero no es tan sencillo de concretar qué son eso del avance y del autosabotaje. Del primero quizás podamos incluso ponernos de acuerdo, por lo que será mejor comenzar por el segundo. ¿Procrastinar, acaso? La clásica ἀκρασία, entendida como una voluntad débil. Realmente no es así. Quien no tiene motivación, aquel en quien no reside el entusiasmo en lo más mínimo, encontrándose desterrada su facultad volitiva, no puede procrastinar, porque no existe arrepentimiento. El arrepentimiento implica un deseo profundo de una alternativa, un repudio de la elección tomada por contraposición a otra incomparablemente preferible. Procrastinación es el choque de porciones de uno mismo, regidas cada una por voliciones fortísimas y a menudo contrarias e incompatibles entre sí, con la subsiguiente elección de una, a priori, secundaria en la lista de prioridades racionalmente prefigurada. Incluso, puede no encontrarse en dicha lista en lo más mínimo, pero en tal caso solo habrá represión de una fuerza volitiva. Puede funcionar, pero de cualquier modo seguirá siendo eso.
Autosabotaje ―o procrastinación en el contexto de personas con voluntad fuerte― es entonces lucha. El avance es paz. El avance es siempre paz. Pero pregúntate qué paz estás procurando hacer imperar en tu vida. ¿La paz de un tirano, estrangulador de cada volátil estrella exhalada los días de Luna nueva? No, no, eso es Samsara, amigo: eso también es Samsara. Samsara fue otrora la piel cargada, asimilada a sacos de brillo blanco, cada seis meses. Samsara fue el círculo de los ojos almendrados. Samsara fuiste tú, siempre tú, una y otra vez tú. Y ahora Samsara sigue siendo la elección y el grito despiadado.
Recoge recoge recoge
pues necesito alimentarme de tu sufrimiento
Placer placer placer
donde ruge el diente de león cadena de unas hojas
El libro a medio ver es
como una dorada abierta a la espalda pudriéndose entre las sienes
La sonrisa de piedra
¡qué bien emula la pose entre mancuernas y discos!
Cuando en realidad el casco perlado
es de antes de las almendras y de la grieta no-grieta negra
Vivo en ti:
¡¿Cómo iba a poder refugiarme de ti?!
…
Philip Glass – Distraught (Kundun)
Tomo refugio. Tomo refugio. Se puede decir que tomar refugio me ha salvado…
…

Nunca pensé que unas oraciones pudieran ser tan útiles. Cuando de chico veía recitar algunos rezos a mi abuela y a mi niñera, pensé que eran solo rehenes de una cultura absurda que les había transmitido la obligación de conocer aquellas frases de escaso sentido, superpuestas unas sobre las otras arbitrariamente, o, a lo sumo, por el devenir histórico de la tradición cristiana. Sin embargo, que comenzara en mi adultez yo mismo a memorizar oraciones, aunque budistas ―por aquello de un absurdo rechazo a ese aspecto en concreto del cristianismo, solo quizás por oposición juvenil, siendo que si hubiera nacido en el Tíbet es posible que me hubiera interesado por una religión semítica, y por la local solamente desde un punto vista histórico como ahora contemplo el cristianismo―, parece unirme inevitablemente al destino de la irracionalidad, también encarnada en mi madre, siempre creyente de fantasmagorías y magias de todo tipo… de alguna forma, figúrase que siga, freudianamente, el camino de mi padre para que diérese el encuentro con mi madre…
Pero esas oraciones parecen emitir una luz propia, opuesta e interferente destructiva de las ondas generadas por el ego. El centro gravitacional del yo es tan inmenso… ¡Hace falta tanto para combatirlo! Y solo con unas oraciones puedo, empero, transformar el egoísmo de una decisión en altruismo puro, nada que ver con la inmensidad de aquel día egoísta, deseado roce del pliegue fino, utilitariamente empleando el despropósito amargo y dulce. El yo, el yo, el yo, tan inmenso como un diminuto y solitario ente caminando por el espacio la noche infinita representada en el teatro de aquel día…
¿Son dientes aquello que reluce en el suelo? Baldosa a baldosa, procuro no pisar la línea que las separa, delicioso olor a neurosis… Voy acompañado. Somos cinco, a las cinco. When you find love. Pero no son aquellas cinco de Oda-elegía de la negra resonancia, no. Son las cinco del pasaje lunar hasta alcanzar la Iluminación. Son las cinco del faro pequeñito de sus móviles, reflectantes de otras cinco tan distintas a nosotros cinco… When you know that it exists. Son las dunas de las cinco, compás de un púlsar tan cercano, tan cercano como construido por el hombre, romántico ser vivo. Queremos asemejarnos a las estrellas, y allá acabamos, en las dunas, reflejando una vez tras otra, temor de la ventana observante, aunque estoy solo, no con los cinco, ni los dos: solo. ¿Podría este mar iluminarme, sacarme del retornar ocioso al tríptico de las ventanas? Then the lover that you miss. Dunas, ventanas, mar, y un color rosa teñido de oscuro camino. Estoy solo, quiero que pienses en mí: ibas bien, ahora es Samsara. Mi último julio, antes del Alba rampante por sobre los dientes relucientes, mancha de संसार: no beberé. Will come to you on those cold, cold nights.
Nunca había disfrutado tanto de la luz en la noche. La oscuridad es como un remanso de paz caótica, frente al enfrentamiento que supone el haz proyectado al unísono. When you’ve been loved. ¿Dónde termina la vida y comienza el autosabotaje? ¿Tan claro tienes tú que debo beber, sí, beber, de la luz de ese faro, y no de bajar allá por el acantilado, gritos, y descubrir el son de las olas dentro de la tienda de campaña?When you know it holds such bliss ¿Cuándo vas a vivir eso si no es ahora, cuándo, si ahora te conviertes en farero, amigo, desconocido que en mí resides…? Then the lover that you kissed. Batid, batid, dunas, al viento que transporta a esos fotones desde la botella de cerveza, desde la lengua de un tambaleante, lágrimas de la aspereza sobre el charco putrefacto. Will comfort you when there’s no hope in sight. No veo, no veo sino un delfín, hijo del rey, yo elegido de España, pueblo marinero, conocedor del cielo: los faros no son necesarios, la luz que en mí reside, desconocido mío…
Soliloquio del farero
Cómo llenarte, soledad,
Sino contigo misma.
De niño, entre las pobres guaridas de la tierra,
Quieto en ángulo oscuro,
Buscaba en ti, encendida guirnalda,
Mis auroras futuras y furtivos nocturnos,
Y en ti los vislumbraba,
Naturales y exactos, también libres y fieles,
A semejanza mía,
A semejanza tuya, eterna soledad.
Me perdí luego por la tierra injusta
Como quien busca amigos o ignorados amantes;
Diverso con el mundo,
Fui luz serena y anhelo desbocado,
Y en la lluvia sombría o en el sol evidente
Quería una verdad que a ti te traicionase,
Olvidando en mi afán
Cómo las alas fugitivas su propia nube crean.
Y al velarse a mis ojos
Con nubes sobre nubes de otoño desbordado
La luz de aquellos días en ti misma entrevistos,
Te negué por bien poco,
Por menudos amores ni ciertos ni fingidos,
Por quietas amistades de sillón y de gesto,
Por un nombre de reducida cola en un mundo fantasma,
Por los viejos placeres prohibidos,
Como los permitidos nauseabundos,
Útiles solamente para el elegante salón susurrado,
En bocas de mentira y palabras de hielo.
Por ti me encuentro ahora el eco de la antigua persona
Que yo fui,
Que yo mismo manché con aquellas juveniles traiciones;
Por ti me encuentro ahora, constelados hallazgos,
Limpios de otro deseo,
El sol, mi dios, la noche rumorosa,
La lluvia, intimidad de siempre,
El bosque y su alentar pagano,
El mar, el mar como su nombre hermoso;
Y sobre todos ellos,
Cuerpo oscuro y esbelto,
Te encuentro a ti, tú, soledad tan mía,
Y tú me das fuerza y debilidad
Como el ave cansada los brazos de piedra.
Acodado al balcón miro insaciable el oleaje,
oigo sus oscuras imprecaciones,
contemplo sus blancas caricias;
Y erguido desde cuna vigilante
Soy en la noche un diamante que gira advirtiendo a los hombres.
Por quienes vivo, aun cuando no los vea;
Y así, lejos de ellos,
Ya olvidados sus nombres, los amo en muchedumbres,
Roncas y violentas como el mar, mi morada,
Puras ante la espera de una revolución ardiente
O rendidas y dóciles, como el mar sabe serlo
Cuando toca la hora de reposo que su fuerza conquista.
Tú, verdad solitaria,
Transparente pasión, mi soledad de siempre,
Eres inmenso abrazo;
El sol, el mar,
La oscuridad, la estepa,
El hombre y el deseo,
La airada muchedumbre,
¿Qué son sino tú misma?
Por ti, mi soledad, los busqué un día;
En ti, mi soledad, los amo ahora.
Luis Cernuda
Iba a llamar a esta entrada Renacimiento. ¡Renacimiento! Qué ingenuidad… y a la vez qué soberbia la de tildar de ingenuidad… ¡Yo qué sé! Hay una inmensa esperanza, pues, en mí, pero solo me defraudo y defraudo… y a veces me alimento de mí mismo, a veces de la carroña de animales que maté con mis propias manos. Qué estúpida comparación: ¿Renacimiento? Yo no sé qué es la vida. Yo sé lo que ha sido mi vida. Mi vida ha sido de un creciente extrañamiento. Me extraña verme normal en el espejo. Me extraña despertar y saber haber vivido antes. Pero a la vez no sé qué es el pasado. Las personas parecen tan muertas… y sin embargo sigo sin reparos pudiendo mirar fijamente a un perro, un caballo, un gato, un bebé, pero rara vez a un hombre o a una mujer. ¿Recuerdas las almendras? (Es curioso; otrora era deformidad y sabor; hoy, almendras): decían que había un espejo reluciente donde las órbitas se dirigían al suelo. ¡Qué fuerte! ¿Renacimiento? Renacimientos… ni siquiera sé si estuve vivo ayer, o hace una hora, o si lo estoy ahora para mi yo de dentro de diez segundos… no, no lo estabas… pero quizás sea más seguro haber renacido de otra vida. La gente siempre me pregunta: ¿Crees en la reencarnación? Yo no sé que queréis que os responda, sinceramente. Para mí, todo eso es poesía.
…
Un tiempo, aunque sea un tiempo. Que no me eche para atrás el desinterés de los demás por el budismo. Aunque hay cosas que no entiendo. ¿Por qué irrita tan soberanamente a algunos que les recomiende meditar? En cierto modo es un ataque a su persona. Como decía cierto Lama (cuyo nombre tan famoso es hoy día…), a ver si va a resultar no haber nadie detrás de esos ojos… descúbrete inmerso en esa realidad del no ser tú: dime, dime qué sientes. Pero no vale con contemplar el Sol como yo pretendí. Yo pretendí la efigie hierática y frontal frente a la luz, y otro día pretendí el sillón duro de la Junta. Así no se medita. No se medita si piensas en teclear una reacción en cadena infinita como la que en este momento domina mi vida, como la que me hace decidir tanto como para convertirme en el asno de Buridán, Brad Pitt en los Siete años en el Tíbet, perdido padre en El árbol de la vida, para después ser Schindler, el Lama (pero no soy el Dalái… ya no puedo serlo). Ni puedo ser el destructor de mundos donde no sé qué es el mundo. Apisonar el mundo sin conocerlo, ¡qué es eso! La no meditación es pisotear las bragas sucias de la bellísima actriz, mear en la comida del Rey, lamer el jugo de la desesperación en cada gota de alcohol, la pérdida frenética del travesti mexicano en círculos rojos la noche de fiesta, absurda comparación: ¡así destruís el mundo, la Torre de la Luz, el Alba más excelso, la Aurora más diáfana, la A y la Ω del abecedario que es el reposar…! Meditemos, meditemos ambos. Tú, verdugo del Samsara, y yo, esclavo de संसार. Esclavos…
…
Philip Glass – Sand Mandala (Kundun)
L A V I D A
Un túnel de soledad. Un bote de mostaza derramado en medio de la Vía Láctea. Eso es la vida. No tengo talento en la escritura. Si acaso alguna vez lo tuve, hace mucho que lo perdí. No sé si acaso me habrá sentado mal estudiar matemáticas y física, olvidándome de las letras. Sin duda, y eso es cierto, estudiando matemáticas abstrae uno no solo conceptos sobre sus distintas ramas, sino que también abstrae la esencia de la vida hasta desproveerla de cualquier contenido que la haga vida. En una proposición nunca puede existir la extrañeza de un cuarto de baño vacío, de mármoles rojos, estatuas victorianas y dos cadáveres inminentes. En un teorema matemático no cabe condenar a su artífice barra descubridor por violador o maltratador. Pero bueno, eso aparentemente tampoco cambia tanto las cosas, porque tan solo un día después de horrorizarse con el tal violador puede uno leer sus libros plácidamente, como si nada. Mas uno sigue sabiendo en el fondo que algo está haciéndolo realmente mal, y eso es la repugnancia que no cabe en un teorema. Bah. Quizás precisamente estar estudiando eso me permite dejarme humillar por el tiempo transcurrido entre demostración y demostración, cuando la vida era este armario marrón, este espejo, esta lámpara en forma de araña y esas fotografías (no sé si son pinturas) espejo de un cada vez más gaseoso mar pasado. Es tan inevitable la oscuridad. ¿Para qué huirla? Ya es oscuro vivir en este túnel de soledad. Estoy convencido de que tú, amiga, o amigo, también ibas observando desde la ventanilla del coche ese camión que adelantabas, a la par que te preguntabas: ¿y esto qué coño es? No, no puede ser que solo os riáis las gracias los unos a los otros frenéticamente, como evadiendo la laguna que se construye bajo las cuencas de vuestros ojos. ¿No veis esos mechones de tocino brotando de los pómulos? Miradlos. Mirad su brillo y su enjutez. En unos hay extraordinaria belleza. En otros, fealdad desmesurada. Otros, como yo, formamos parte de una cruda media. Iba a decir que casi se prefería rozar cualesquiera extremos, pero no. No. No. Es odioso tener que compartir el universo solo y únicamente solo con nosotros. Nunca podremos vivir en el pellejo de otro. Nunca tú podrás haber sentido ese camión casi comerte, engullirte, mientras creías que te disolverías en un sueño donde autoindujéraste una muerte súbita. ¿Por qué no morir cuando a uno no le importa morir? A mí solo me importa y preocupa morir cuando pienso que no hay el acantilado, con sus arbustos y mofletes del ya referido tocino, en el terremoto de entre volcanes surgido. Me causa tanta pena y envidia que cruzar esta puerta en forma de rombo me resulta… ¿Qué es, dime, la muerte sin algo de Samsara? Hoy me cuesta meditar sin pensar en el descapotable. En la repugnancia y la hipocresía. Pero ya no pienso. Ya veo que el azul prefiere atarse a la genuina belleza. ¿Qué voy a hacer yo… por recuperarle…?
Tren y pizzería
Otoño mío amado, que cada gota de su jugo posa sobre mi lengua obsesiva: hacia adelante inclinado tiempo, futuro de una mujer como dos diamantes, en mí rebosad esos cuencos de negro que de vuestros dientes surgen, huidora maleta amarilla, cintura que torna en suspiro el momento más banal. Qué exquisitez es el mundo, de ofrecer al paladar cuales voces y abrazos en el fugaz (o así sugerido) encuentro. Extiéndelas yendo a la velocidad de la luz, para que penetre entre sendas tostadas esculturas, oh aroma de la sonrisa, oh en mí clavado un «Exquisito» o un «No tengo dinero, pero no importa». El plumaje rozando cada pliegue de mi túnica, oh cerdo Mala con que ahogar a ambos cisnes… Aplastar con maldad cada ápice de un barranco, místico trabajo que en Oriente y Roma ejerciera yo en cualesquieras sucias… siempre esquinas. Ante el libro macabro la Parca soy donde la muerte es vela y agua ardiendo y ardiendo, dos consumiciones, un regalo, una mirada, dámelo, dámelo todo, efigie tuya que aquel crepúsculo sobre ti sostienes. Pues sin dos no hay la Tierra, oh, deliciosas copas donde la lengua se deleita…